16 sept 2015

Nos hemos devorado con los ojos
mil letras que cantaban rosas, lágrimas
aspirando a imitarlas;
amante silenciosa su belleza,
verdugo fiel de noches sosegadas.

Nos hemos aplicado en desgajarnos,
en desnudar los escondites ásperos
de un alma temblorosa
y en inventar mil antifaces fríos
aislantes de emociones.

Quizá escribimos por la paz que deja
un poema acabado
o tan solo busquemos extinguir
nuestra lengua incendiaria
contra un papel en blanco.

Somos antagonistas
de los hombres carentes de trasfondo.
Lo opuesto a esos millones de cadáveres
buscando
con la vista clavada en las aceras
la mirada perdida.

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