4 jun 2015

Solista a dúo.

No entiendo por qué no oyes los murmullos
febriles y agitados en tormenta
de ideas y de rimas, prosa y verso.
¿Es que acaso en tu pecho no resuena
desafinado el ansia de libertad,
de música entre puntos sin final?

Aunque sea un adiós no es el final
de este torrente amargo de murmullos,
quienes conseguirán su libertad
a gritos en el ojo de tormenta.
No temas si en tu boca no resuena 
vibrante, pues palpita mudo un verso.

Siente que solo suena mal un verso
no encuentra su principio ni final.
En el limbo de rimas no resuena,
ni siquiera se intuyen los murmullos
y en tu lengua no huele ya a tormenta
con la que antes clamabas libertad.

¿Y qué si nunca pide libertad
y enganchado en mis pliegues vive un verso?
¿Y qué si cuando llegue la tormenta
trae prendido en su centro mi final?
Precederán a mi muerte los murmullos
de un solo corazón que no resuena.

El día en que la soledad resuena,
hallándose ya mi alma en libertad,
y en mi vientre reposa entre murmullos
el último suspiro azul de un verso
no encontrarán ningún punto final.
Mi música marchó con la tormenta.

Si buscas cuando amaine la tormenta
mi pecho hecho cristal que resuena,
esta vez sí es un adiós y no un final.
Déjame ir, sonar con libertad;
que a la noche, ligada sólo a un verso,
la suplanten, de tu alma, los murmullos.

Con tus murmullos no vendrá tormenta,
un verso calma el pecho que resuena
con libertad de rimas al final.

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