Fortuna se desnuda y ya no la veo,
tan fina y de seda tibia
hilada con jirones de invierno.
Murmura cantarina y me mira,
mueve sus labios. Los leo.
Sonríe desde el 6 de agosto
pero al pasar la pierdo
entre gente y palomas
soberana de nuestro tiempo.
Busco por calle Corrida
y es ella quien sale a mi encuentro,
baja lenta por mi espalda
tan fría, hasta los huesos.
Se desliza con parsimonia medida
araña mis muslos con besos,
juega enredada en mis tobillos
hasta que caigo al suelo.
Y sale cruz y me enfado
como un niño haciendo pucheros.
Es mucho más lista que nosotros,sabe que todo es un juego.
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